Pablo Iglesias: «Sánchez debería llamarme a Moncloa. En tres horas, tenemos un acuerdo»

Descartada una mayoría absoluta del PSOE, algo que ya ni sueñan los psoecialistas más acérrimos, tanto en el caso de que perdiera el Gobierno porque las derechas sumaran o en el de que se calcaran escaño arriba o abajo los resultados actuales y se repusiera el vodevil, Sánchez, responsable del disparate de volver a tirar los dados, estaría obligado sin dilación a hacer las maletas.
Se dirá que queda una última posibilidad: que el PP, siguiendo el ejemplo del PSOE con Rajoy, se abstuviera para facilitar la investidura y evitara por sentido de Estado una tercera ronda en la barra electoral. Y entonces habría que recordar a Sánchez su negativa a aceptar votos gratis por la inestabilidad en la que quedaría el futuro Gobierno en minoría.
Los votantes ya se pronunciaron, alto y claro. Si Sánchez no es capaz de asumirlo, que deje paso a otro que, sin ser tan listo, sepa escuchar cuando se le habla y comprender lo que se le dice. Tal vez una puerta giratoria en Endesa fuese la solución, para él y para la población.

Por tacticismo, Sánchez aboca al país a la tercera convocatoria electoral en menos de seis meses para que volvamos a elegir a los mismos incapaces y, posiblemente, en las mismas circunstancias. Y que por ese camino que no parece tener fin nos dejemos meses de inacción y cerca de 200 millones de euros que costarán los comicios y que, en buena lógica, habría que irle descontando de la nómina en lo que le queda de vida y en las siguientes si las tuviera.
Transcurrirá la semana a expensas de un milagro en el que nadie cree ya, lo que nos condenará a seguirle el juego de un relato que Sánchez ya ha perdido como único culpable de la repetición de elecciones, algo que sería bueno recordar al ir a depositar la papeleta en la urna. Sánchez no debería continuar ni un minuto más al frente de su partido.
La retirada de Sánchez debería producirse antes incluso de la cita electoral para no consumar la tomadura de pelo que supone tener que elegir entre los mismos candidatos y los mismos programas que en el pasado mes de abril. De no hacerlo antes, los escenarios posteriores aconsejarían también su jubilación anticipada, salvo en el improbable caso de que Ciudadanos cambiara el rumbo y decidiera pactar con los socialistas, en cuyo caso a quien habría que jubilar sería al gallo naranja del campanario por ser tan veleta.

Resumiendo. Iglesias tampoco ve con malos ojos la repetición electoral, por mucho que se esfuerce en ocultarlo y es que ¿qué puede perder? Nada , lo que tenía que perder ya lo perdió en Abril y mayo pasados. Muy al contrario, unas nuevas elecciones son una oportunidad caída del cielo, una de esas «sonrisas del destino» para recuperar lo perdido -quien sabe- y, sobre todo, para seguir en la poltrona sin haber dado todavía explicaciones sobre los sucesivos varapalos electorales. Encima, a esto hay que añadir el desgaste tremendo que está sufriendo Sánchez, cuya reelección como secretario general del PSOE no sentó nada bien a la dirección de Podemos y hay manifiestos por ahí que lo atestiguan «éramos pocos y llegó Sánchez»; y eso que está en funciones y no ha aprobado ninguna medida de gobierno controvertida…Es muy difícil que Iglesias engañe a nadie con dos dedos de frente, ni su voz suave, ni sus maneras de pedagogo pedante…Como dice el refrán:obras son amores y no buenas razones.